Presente.

La gente va llegando en medio de la garúa, algunos traen paraguas, otros camperas con capucha, otros una boina y otros, nada; prefieren no tener que prestar atención a cuestiones tan nimias, como ser la humedad de la ropa o del cabello. No se sabe si se descolgará el aguacero, eso al menos anunciaron los meteorólogos, pero como siempre se equivocan… de todos modos, aún si estuviera lloviendo fuerte, la gente viene. Siempre. Año tras años las mismas caras, año tras año alguna quimera de esperanza. Hay mucha gente mayor… gente que viene desde… interrumpo mis pensamientos porque la multitud comienza a desplazarse lentamente. Vamos en formación impecable, como si estuviéramos formados en el tiempo de los actos escolares y la maestra decía: —Tomen distancia. — Distancia si la hay, es de algún tipo de respuesta. Vamos por Rivera, llegamos a dieciocho y doblamos. El recorrido siempre es el mismo, el silencio siempre es el mismo y las mentiras siempre son las mismas. Pasamos por la Facultad de Derecho y en la puerta hay una pancarta colgada que parece querer abrazarnos. Como todos los años, el tráfico fue desviado, al menos de eso se ocupan los muy desgraciados, será para lavar la conciencia, vaya uno a saber. O quizá creen que en unos años nos vamos a aburrir y no vamos a venir más, esperan la muerte de los más viejos y creen que los jóvenes nos vamos a olvidar. No entienden nada, no entienden la trascendencia de la ausencia. Comienza a llover más fuerte y se van abriendo paraguas multicolores, pero la fila no se detiene. Cuando llegamos a la explanada de la intendencia comienzan a pasar lista, como todos los años, pero no es la maestra o profesor esperando que su alumno diga —Presente —Julio Castro y Elena Quinteros ya no pueden pasar ninguna lista. …Julio Castro —Presente —Elena Quinteros —Presente —Cecilia Trías —Presente—María Emilia Islas—Presente….  Llegamos a la plaza Libertad. Ellos, están cómodamente en su casa, o alguno quizá tuvo el tupé de venir, “para quedar bien”, ellos, de quienes esperábamos que hicieran algo… ellos, que prometieron en noviembre de 2004 hacer todo y no hicieron nada, igual que los anteriores, que no hicieron nada. Ahí siguen, con la verdad oculta, el día en que se invente el lector de pensamientos, quizá podamos saber algo. La vieja ya se murió, pero mi hijo viene.

Yo soy joven, mi abuela me trajo en 1996 cuando tenía cinco años y me trajo año tras año hasta que falleció, hace ya algunos años. Yo sigo viniendo, y cuando sea padre voy a subir a mi hijo sobre mis hombros, y lo voy a traer, aunque llueva. Es que todo lo pueden silenciar… excepto el silencio.

Deja un comentario